La mujer de Johnny Sins, a la que este introdujo en la industria del porno tras caer rendido a sus pies un una noche de pasión, ya ha dejado de ser oficialmente «la mujer de». La unión sentimental sigue tan fuerte como siempre o más, pero los méritos acumulados de la amiga Kissa Sins la sitúan ya a una órbita en el firmamento pornográfico americano que no responde a relaciones o parentescos: se lo ha ganado a pulso. El último acto de verdadero compromiso con su oficio es el primera interracial que rueda en su carrera, pero lo más interesante es que Kissa ha decidido empezar en esta categoría por lo más difícil: el sacrosanto rabo planetario del mismísimo Mandingo.
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