Ya habíamos hablado de hoteles que suben la temperatura en este templo, pero esta Semana Santa, con las vacaciones a todo lo que dan, me lancé de una buena vez a conocer el Temptation Cancún Resort en carne propia, un hotel todo incluido en el Caribe Mexicano. Y antes de que alguien grite “¡publicidad pagada!”, déjenme aclarar: pagamos hasta el último centavo de la habitación, y esto no es un anuncio, es la neta de lo que vivimos. hemos de decir que su departamento de relaciones públicas es bastante cerrado y no conseguimos que nos contestaran. Este antro del deseo, parte del Original Group (los cerebros detrás de Desire Resorts y un crucero para adultos que es puro fuego), está enclavado en las playas de Cancún y no se vende como un resort swinger, pero el ambiente está tan cargado de lujuria que te arrastra a un juego donde la ropa sobra y las miradas lo dicen todo. Aquí, el coqueteo y el pecado se mezclan en un remolino de cuerpos ardientes, fiestas que te prenden y noches que, aunque a veces las cortan a las 2 de la mañana, te dejan la piel erizada y el cuerpo pidiendo más.
Un ambiente que te desnuda el alma
Temptation no es para los que se sonrojan fácil. Aunque el 90 % de los que vimos eran parejas, el lugar abre la puerta a solteros y solteras que llegan a revolver el caldo. No hay playrooms como en los clubs swinger tradicionales, aunque anuncian que el crucero que saldrá en noviembre de este año y marzo de 2026 sí cuenta con cuartos oscuros, por lo que si la cosa se pone intensa, tendrás que continuar en la intimidad de tu cuarto. Aquí el fuego se enciende en las fiestas candentes, la alberca topless, donde todos parecen sacados de una portada, y la vibra es puro voltaje: parejas con cuerpos que cortan el aliento, risas que esconden promesas y una energía que te mete en su juego desde el primer trago.
Las fiestas temáticas son un desmadre glorioso. Cada noche es una excusa para sacar tu lado más salvaje: lencería, neón, cuero, lo que sea. Y créanme, nunca había besado, dedeado tantas vaginas y chupado tantos pezones de mujeres de tantos rincones del mundo en una sola tarde. Puertorriqueñas, canadienses, gringas, europeas, mexicanas… Cada beso era un pasaporte a otro país.
Comida que te hace gemir
No todo es descontrol. La comida en Temptation es un orgasmo para el paladar. En el restaurante Flame, los cortes de carne son tan jugosos que te hacen cerrar los ojos y suspirar. Cada plato es una caricia, y el servicio te trata como si fueras el único en la sala. Mariscos frescos, postres que te derriten… La cocina es un maldito placer que no te deja indiferente.
Lo bueno, lo malo y lo que arde
No todo es un paraíso sin fallas. El hotel está guay, pero las instalaciones tienen sus detalles negativos: un azulejo flojo, una pared que pide pintura… Por lo que pagas, esperas un cinco estrellas de verdad, pero el ambiente y las fiestas te nublan la cabeza y te hacen olvidar esos pequeños pecados. Es como un amante increíble con un par de defectos: los notas, pero no te importa cuando estás en plena acción.
Dato práctico: como en todo Cancún, te clavan un impuesto local, y tienes que dejar un boucher abierto de 400 dólares como garantía. Nada fuera de lo normal, pero ármate para no llevarte sorpresas.
El fallo final
Temptation Cancún es un infierno donde el deseo manda y las reglas se queman en la arena. No es un hotel swinger, pero es un playground para parejas que quieren avivar la llama, solteros con hambre de aventura y cualquiera que quiera vivir sin cadenas. Las fiestas que te hacen sudar, los cuerpos que te roban el aliento, la comida que te seduce y esa vibra que te desarma hacen de este lugar un viaje inolvidable. ¿Volver? Joder, ya estoy empacando, con un cargamento de condones y unas ganas locas de repetir la dosis.
Ricky’s Resort
Comentarios