En realidad el porno es un fenómeno de masas al que se intenta desacreditar con grandes dosis de hipocresía, sobre todo por parte de aquellos que se creen abanderados de la libertad, y que, a la postre, son los primeros en ponerle cotas. La demonización que está padeciendo el género por parte de una nueva ola de meapilas, santurrones y pseudofeministas resulta irrisoria, ya que, en términos generales, en pocos oficios se ve a la mujer ejerciendo tal control sobre su carrera profesional.
El caso de Desiree Dulce es cada vez más habitual: una chica con estudios (ingeniería informática) que con casi treinta años decidió primero hacer sesiones a través de la webcam para después convertirse en actriz porno. No creemos que este giro laboral tenga la mínima connotación negativa, sino todo todo lo contrario; es una decisión personal que le satisface en el ámbito profesional, además de haber sido motivo de alegría para el gran número de seguidores que tiene en la actualidad.
Por otra parte, cabe señalar que su estropicio mamario no ha sido suficiente para restar belleza a esta espectacular starlet de origen puertorriqueño, como se puede apreciar en esta grabación de alcoba para Reality Kings.
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