Sus rasgos, su mirada y cierto halo de malicia hacen que la francesa Elisa Calvi pudiera bordar el papel de villana de cualquier película de acción yanqui, donde los buenos son de lo más bondadosos y honorables, y los malos (normalmente, extranjeros) son malísimos de la muerte. Pero el caso es que esta mujer fatal es realmente apetecible por muy arpía que sea, puesto que el cuerpo natural que luce esta hembra de 27 años es envidiable, especialmente sus tetas; toda una oda pectoral que deja embelesado al menos pintado. En este caso a Danny D, que no engorda ni a tiros, pero que calza un enorme vergajo, el cual se le pone duro como una roca con suma facilidad, a diferencia de otros actores afroamericanos con manubrios de grandes dimensiones, aunque con una acusada flacidez durante sus encuentros sexuales en pantalla, lo que desluce inevitablemente el mete y saca.
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