El reconocimiento público por la cantidad de zumo de vida que un profesional del porno es capaz de expulsar al final de sus escenas es algo que en otro tiempo se tenía muy en cuenta y se aplaudía (recordemos al legendario lechero Peter North y sus corridas espectaculares de cinco o seis chorros), pero que en el porno moderno se ha ido perdiendo cada vez más hasta casi desaparecer. Ya no hay actores que destaquen por ello y tampoco hay productoras que busquen activamente esta virtud. En el porno amateur, por suerte y como tantas otras veces, hoy encontramos la compensación a esta trágica carencia: hay un tío con un canal de Pornhub llamado que sería el clásico canal en el que una chica hace mamadas y pajas a su pareja si no fuese porque aquí lo más destacable no es la capacidad de ella para el acto felatorio u onanista sino los torrentes salvajes de lefa que eyacula este lechero anónimo, bendito sea él y sus huevos de alto rendimiento.
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