La donostiarra Rebeca Linares continúa su segundo periplo en el porno con su cabello a lo piolín y sin arriesgar demasiado, a decir verdad, por lo que este come back nos está dejando un poco fríos. Ya no se trata de alojar manubrios a pares en sus orificios, ni de convertirse en un baluarte del porno duro a estas alturas, sino que da la impresión de que la falta chispa, como si su vuelta al ruedo pornográfico haya sido motivada por un factor meramente económico, lo que es respetable, entiéndase. Pero el caso es que le cuesta disimularlo y la vemos con el piloto automático. Suponemos que nuestros visitantes más versados tendrán una opinión cimentada al respecto.
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