El otro día la adorable Mia Khalifa enseñaba en Twitter su último tatuaje: se había inscrito en la nuca la palabra «sin conquistar» en caracteres árabes. Es otra muestra más, la enésima, de que esta libanesa de férrea educación católica no piensa ceder su libertad sexual ni a los integristas locos de su país de origen que amenazan con decapitarla y la acusan de ensuciar su propia bandera, ni tampoco a los mojigatos del Tea Party que son sus padre y que dejaron de hablarle en cuanto supieron a qué se estaba dedicando su hija en la soleada Florida. Follando frente a la cámara, de nuevo con Josh Stone tras su estreno interracial, Mia está haciendo algo más que porno.
Mia Khalifa y la conquista del propio cuerpo
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