Recordad muy bien el nombre de Yudi Pineda, porque seguramente lo estaréis digitando a menudo. Esta belleza, de mirada expresiva y culo perfecto, nos llega desde Colombia y si bien dista mucho de ser una Esperanza Gómez, una Franceska Jaimes o una Canela Skin, se está ganando su espacio en el porno internacional. De hecho, ya tiene un contrato de exclusividad con BangBros.
Quizás lo que más le ha ayudado a catapultar su carrera es el cubrimiento mediático que se le ha hecho. ¡Incluso, el New York Times le dedicó un post! Pero no es precisamente su acción frente a la cámara lo que ha llamado la atención, sino el hecho de que antes de dedicarse al porno era monja.
La hermana Yudi relata que ingresó al convento a los diez años de edad, donde ejerció ocho años. Comenzó a dudar de que eso de la abstinencia sexual fuese lo suyo cuando se enamoró de uno de los niños a los que le enseñaba religión. Vaya, que el diablo es puerco… Sin embargo, ella aclara que también era una niña y que a lo máximo que llegaron fue a un tímido beso en los labios.
Al parecer la aventurilla se prolongó unos años más, hasta que la novicia caliente no pudo más con el remordimiento de conciencia y decidió retirarse del convento al cumplir los dieciocho años. En el mundo exterior, se dedicó a la venta de comida callejera hasta que pudo establecerse en una reconocida empresa. Allí, una compañera de curro le sugirió un buen día que probara suerte como modelo webcam. Ella le siguió la idea y se inscribió en la Universidad Juan Bustos, una universidad que se dedica exclusivamente a formar chicas en este noble oficio.
Fue así como descubrió que su vocación era la de enseñarle sus atributos al prójimo a través de internet. En 2014 renunció a su empleo para grabar desde su casa bajo el nombre de «Agata Pons». Su familia, lejos de juzgarla por este giro tan radical, la ha apoyado desde siempre.
El salto al porno lo dió en mayo de 2018 con una película llamada «Un Mundial de Tijera», en la que recibió dildo de sus compatriotas Amaranta Hank, Andreina DLux y Boni Lulo. Tiempo después, BangBros la fichó y con ellos ya ha rodado cinco películas.
A pesar de este cambio en su vida, ella asegura que nunca ha dejado su fe de lado. Con gran devoción, participa en las actividades de su parroquia y lo que más pide es tener salud para ejercer su profesión. Eso sí, nos anticipa que no durará mucho tiempo en el negocio, pues planea tener una carrera corta pero lo suficientemente lucrativa como para poder ahorrar y asegurarse una vida cómoda por el resto de sus días.
En cuanto a su desempeño profesional, ha tenido la ventaja de que su religioso pasado ha servido para crear el argumento de sus películas. En casi todas, podemos verla con los hábitos puestos y disfrutando de la polla de algún travieso monje. Sería bueno verla en otros roles, de ese modo, no quedaría encasillada como la eterna monja del nopor.
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