Petardas
Petardas es historia viva del internet español y uno de las primeras fuentes de porno gratuito de toda una generación de hispanohablantes que buscaban un lugar en el que encontrar estímulos de todo tipo para sus momentos de dedicación autoerótica. Nacida alrededor de 2001 en algún lugar de Barcelona, y con un autor que guarda celosamente su anonimato y la opacidad de las tripas de la web, petardas.com fue el éxito más rotundo y sostenido de las páginas porno sin contenido propio, un hito empresarial y mediático fruto de una cadena de circunstancias que Petardas supo aprovechar como nunca nadie lo había hecho.
Para empezar, el nombre. En el argot coloquial español, petarda tiene muchas acepciones peyorativas: normalmente se utiliza como sinónimo de inútil, de incompetente o de baja calidad, aplicado al sexo femenino pero también se utiliza petarda para indicar frivolidad o un carácter cargante y tedioso. Era un insulto bastante popular en España, relativamente simpático y suave, y fácil de recordar para los hispanos del continente Sudamericano, donde en algunos países se ha utilizado petarda como sinónimo de puta o prostituta.
Otra gran razón que impulsó el éxito de petardas.com fue su mención en algunos programas del exitoso late night televisivo Crónicas Marcianas que el catalán Xavier Sardà presentó en el canal Telecinco durante ocho años, entre 1997 y 2005. Su aparición supuso una especie de palabra secreta para muchos espectadores que todavía no se habían adentrado en las gloriosas bondades del erotismo digital, una contraseña que les brindaba la llave de uno de esos conceptos de tal potencia revolucionaria y brutal que destruye esquemas mentales, altera civilizaciones enteras y desvía el eje del planeta: el porno gratis. Les bastaba con teclear petardas.com en la barra de dirección, o los menos avezados escribir petardas en un buscador de los de entonces (Terra, Altavista o Lycos, por ejemplo, auténtica prehistoria de internet), y se les abría ante los ojos una pasarela de tetonas, culos, coños, mamadas y metidas por todos los orificios que era una auténtica mina para esas noches solitarias. Fue el principio del fin del erotismo en televisión (en la propia Telecinco hubo varios espacios de este tipo y de madrugada se proyectaban a menudo TV movies muy dadas a enseñar carne), que de la noche a la mañana pasó de ser la principal fuente recreativa de los adultos españoles (los que no podían pagar una suscripción a Canal+, se entiende) a parecer un ingenuo desfile de softcore remilgado y dramas románticos con polvos ridículos que funden a negro. La mandanga buena estaba en los círculos infernales de internet y petardas.com era su Virgilio.
Y el último factor que terminó de apuntalar petardas.com como parte esencial de la cosmología porno en español es el más evidente: un diseño simple y vistoso y un flujo febril y permanente de contenido muy bien seleccionado y muy diverso. En Petardas muchos jóvenes descubrieron que el porno no se reducía solo a rubias con silicona colocándose en posturas calculadas y mirando a cámara con fingida lascivia: los coños peludos, las gordas, las abuelas, el interracial, el amateur, la doble penetración, el squirting e incluso los juegos acuáticos tenían cabida en aquella feria de la depravación y la libertad sexual.
Con los años petardas.com ha intentado adaptarse a los nuevos tiempos con ideas como petardas hd, pero la eclosión del vídeo en streaming y el porno post-YouTube en sus muchas y muy distintas formas han acabado ocupando el trono de una web que sigue en pie pese a las adversidades, con una cantidad de tráfico todavía saludable y con una semilla nostálgica en la memoria colectiva que es mucho más de a lo que la mayoría es capaz de aspirar.