Katie Cummings
Entró en el porno americano sirviéndose del gimmick de su supuesto parecido con la actriz de Hollywood Denise Richards y acabó quedándose y ganando fans a espuertas porque en realidad estaba mucho más buena que la famosa a la que trataba de imitar. Katie Cummings robó los corazones de miles de pornófilos de todo el mundo cuando llegó a la industria en 2008 con su sonrisa algo perversa, su actitud calenturienta (dice que tiene sangre cubana, eso explicaría algunas cosas), su cuerpo voluptuoso y sobre todo sus magníficas tetas naturales, de esas con la caída justa e ideal para certificar su autenticidad biológica y seguir siendo dos gloriosos monumentos firmes y jóvenes.
Su paso por este mundillo le llevó a trabajar con la mayoría de grandes compañías: Evil Angel, Jules Jordan, Naughty America… Mojaba un poco en todas pero nunca se casó con ninguna, y de hecho no llegó a rodar más de dos o tres escenas en cada uno de esos estudios. Su desfile profesional fue embriagador.
En el momento de escribir estas líneas hace ya más de diez años que Katie empezó a trabajar en el porno y ahora mismo tiene una relación inexistente con la farándula sexual de Los Angeles y Miami, pero no se considera en ningún caso que esté retirada. Y es que su carácter pragmático y su visión de negocio la llevaron a ser una de las pioneras en usar las redes sociales como modelo de negocio: vídeos personalizados, acceso a una cuenta de Snapchat muy calenturienta y el uso de canales de pago para hacer llegar parte de su vida sexual y autoerótica a sus fans como manera de conseguir ingresos. El producto es ella y su vendedora también, independencia pura y total.