Nina Mercedez

Su pueblo se traduce en latín como “el cuerpo de Cristo”, pero puede que el suyo sea el cuerpo de Dios. Sus fans y simpatizantes están de acuerdo: el porno le debe algo a Nina Mercedez, y a pesar de que los años no pasan en balde ni siquiera para ella, sigue empeñada en ser uno de esos raros ejemplares de pornstar que aúnan sensualidad y elegancia. De sangre mexicana e italiana, asegura que de pequeña era el clásico patito feo, pero que la providencia y la pubertad le sonrieron. Así pasó de trabajar en una librería a un bar de copas y no tardó en posar para campañas publicitarias para la cerveza Budweiser y aparecer en algún calendario. De ahí pasó a hacer de stripper, posar para Penthouse e incluso proclamarse Miss Nudismo Norteamérica.

Y entonces llegó Vivid, la ató con un contrato de exclusividad irrechazable y se iniciaba así un productivo idilio que terminaría tres años más tarde, en 2006, cuando Nina decidía no renovar y convertirse en agente libre, y así sigue.

En 2013 la hermosa Nina anunciaba su retirada de la industria del porno tras una década al servicio de sus fans para centrarse en una carrera muy distinta: pasó a hacerse llamar Mariza Villarreal y entró de lleno en el mundo del fitness y el fisioculturismo profesional, compitiendo en la NPC Bikini incluso con su propio sponsor. Vivir del cuerpo de otra forma.