Shyla Stylez

Una ninfómana, un auténtico zorrón vocacional que sintió la llamada de su propio coño insaciable y zambulló con las piernas abiertas en la viscosa piscina del porno profesional. Desde la adolescencia perseguía este oficio, así que decidió empezar por donde lo hacen muchas: trabajando como stripper, masturbándose en shows por webcam, y posando para sesiones de fotos eróticas.

Pero la impaciencia apremiaba y como la industria no contactaba con ella, lo hizo la propia Shyla: envió emails y llamadas a diversos estudios hasta que alguien respondió. Era el mismísimo Erik Everhard, un compatriota que le echaría una mano para que llegara su debut a los 19 años para una película de Anabolic Video. Dos primaveras después, en 2002, se aumentaba el pecho dos veces, firmaba la exclusividad con Jill Kelly Productions, y al poco tiempo se casaba con su presidente, Bob Friedland, del que se divorciaría al año siguiente. Para no tener que pagar los costes de rescindir el contrato, Shyla se vio forzada a retirarse temporalmente hasta que venciera el acuerdo, tiempo en el que trabajó en películas eróticas o de serie B de bajo presupuesto.

En 2006 se operaba otra vez el pecho (una talla 110, nada menos) y volvía por fin a las andadas del porno, su hábitat natural.