Vanessa Del Rio

Criada en Harlem aunque hija de inmigrantes cubanos y puertorriqueños, la majestuosa Vanessa del Rio tuvo su primer empleo en un lugar poco habitual para una pornstar: programando software en una empresa informática. Pronto el dinero fácil llamaría a su puerta y dejaría aquel trabajo de cubículo para dejar volar a la Isabel Sarli que llevaba dentro (asegura que las películas de Sarli que su madre le llevaba a ver de pequeña fueron de una influencia capital en su vida) y se iría a lucir cuerpazo como camarera, luego como jefa de barra y finalmente como gogó.

El porno se presentó casi de forma natural cuando tenía 25 años, con el típico telefonazo de un productor que la había visto bailar, y no se lo pensó dos veces. Ella disfrutaba follando, y ellos le pagaban el alquiler. Un trato redondo. Su carrera se frenó a los once años de su debut, en 1986, cuando un brote de SIDA en la industria le hizo huir despavorida. Poco después las aguas se calmaban y Vanesa volvía a enfundarse los tacones y las medias de rejilla, alargando sus días como pornstar hasta 1999, cuando decidía hacerse a un lado y dar paso a las nuevas generaciones.

Desde su retirada ha seguido vinculada a la industria apareciendo en algunas galas y eventos del sector, además de hacer cameos en videoclips y alguna serie televisiva. En 2006, Taschen le dedicó uno de sus excelentes libracos, una biografía ilustrada que llevaba por título Vanessa del Rio: Fifty Years of Slightly Slutty Behavior.