Es difícil evaluar Met-Art teniendo en cuenta que no es exactamente una productora, sino más bien un estudio fotográfico, y que su propuesta dista mucho del porno generalista de otras compañías. Met-Art aboga por el erotismo refinado más que por los malabarismos sudorosos, y por los cuerpos cincelados y esculturales más que por las culonas tatuadas. Sus mujeres a menudo militan también en la escena porno convencional europea, donde el sexo anal y la efervescencia son norma no escrita, pero hasta la más depravada y ninfómana cuando cruza las puertas de Met-Art y se sitúa ante sus fotógrafos se transforma en una suerte de pieza artística central en una composición donde su cuerpo y sus atributos femeninos son solo parte de la esencia. Perfeccionismo físico, voluntad artística, máxima calidad visual y gran profusión son los cuatro pilares de carga en los que Met-Art se apoya.
En lo técnico, estamos ante un espacio algo anticuado en su dinámica de navegación pero pensado para servir a su propósito sin artificios: un sistema de galerías lento pero sólido que nos muestra fotos a resoluciones brutales, la posibilidad de descargar un cómodo archivo comprimido con las imágenes y un reproductor de vídeo sencillo y efectivo. Donde Met-Art remata la faena es en la frecuencia de actualizaciones: entre 4 y 6 paquetes de contenido al día, convirtiéndola en una visita diaria obligada para sus miembros, como quien lee la prensa o consulta su correo.