Nos hemos encontrado por la red una brevísima pero intensa demostración de por qué la paja lenta es digna de ser reivindicada. El motivo principal es evidente: es de los pocos tipos de masturbación masculina que un hombre no puede practicarse a sí mismo a menos que desarrolle una fuerza de voluntad sobrehumana. Además, la variedad de técnicas que domina la señora del vídeo (el movimiento semicircular, la presión en la base con la otra mano, el uso de pulgar bajo el glande o el cambio de movimiento y ritmo durante la eyaculación) la sitúan a un nivel excelso de masaje erótico.
Bola extra: Klixen, la maestra lenta

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