Los noventa fueron una época dorada para el porno. Los horribles peinados herencia directa de los ochenta, la terrible música y los ridículos guiones se veían compensados por mujeres de formas perfectas como la voluptuosísima británica que hoy nos ocupa. Sarah Young no tenía las dotes interpretativas de Sasha Grey, ni era tan descaradamente cerda como Belladonna, ni poseía el cincelado rostro de Tori Black. En realidad ni siquiera protagonizó más de una cincuentena de películas porno, que en este gremio es más bien tirando a poco con una trayectoria de siete años; pero lo cierto es que esa actitud lánguida, ese dejarse hacer, esa vocecilla y, sobre todo, esos gigantescos melones, nos robaron el corazón hace ya veinte años y no está de más recordarla.
Un gangbang noventero con Sarah Young
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