Tanto monta, monta tanto: la monja pervertida está deseando levantarle la sotana al sacerdote para verle el vergajo, mientras que el sacerdote depravado está deseando arrancarle los hábitos a monja para darle una buena ración de rabo. Por supuesto, los deseos de ambos se hacen realidad y estos hijos de dios acaban follando endemoniadamente.