Ya comentamos en una anterior entrada protagonizada por Liz Jordan («La perversión latente de Liz Jordan«) que nos provoca cierto asombro que una chica de 20 añitos con un aspecto tan angelical, ya no solo se inicie en el porno duro, sino que sea proclive a someterse a casi todo lo que le propongan a la hora de filmar una escena. Una senda pecaminosa de elevados niveles en cerdería que le llevó a repetir con el degenerado afroamericano del sello Dicks Drainers, cuya obsesión porque las chicas invitadas le saquen brillo a su trasero más de lo preciso nos toca las pelotas siendo sinceros, pero también es cierto que el meneo oral y rectal al que somete a Liz es de órdago, superando el primer encuentro mencionado y linkeado más arriba.
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